viernes, junio 28, 2013

La Matrix Beisbolera

No cabe duda que cuando tienes una conversación amena e interesante sobre el Rey de los Deportes, y más cuando la persona con quien platicas, vivió lo que es estar en un equipo profesional, pareciera que revives la famosa escena de la píldora de la película “La Matrix”. Seleccionas la píldora roja, y despiertas a un mundo completamente diferente. Un mundo real donde hay muchas cosas ocultas dentro de los clubes de béisbol.

Hago mención de esto ante el caso tan comentado -y tan gastado- con el Rojo del Águila de Veracruz, sobre lo ocurrido con el pelotero estrella Jorge Guzmán, y Lino Rivera, mánager del equipo. Te enteras de que peleas entre jugadores y managers suceden, y sucederán siempre. No es nada anormal en ello, nada fuera de la realidad. Pero dentro de un clubhouse, se debe hacer una analogía como de una familia, donde los problemas solo quedan en casa, y no se exponen a los allegados.

El problema del Rojo del Águila fue que los medios se enteraron de la pelea entre el mánager y el jugador, el cual se divulgó por televisión, radio, Internet. No hubo nada que lo limitara. Y se incrementó más ante las palabras de los involucrados, y sobre todo, por lo dicho por Jorge Guzmán.

Se sabe que Lino Rivera tiene su carácter, y lo ha demostrado en los diferentes equipos que ha manejado. Él es la autoridad, y si no la ejerce como tal, los peloteros harán lo que sea, y por encima del manager. Obviamente, por considerarse Guzmán una estrella, pensó que nadie le pondría un “hasta aquí”. Se consideraba intocable. Ante estos hechos, la misma directiva decidió aclarar las cosas, y no castigar a nadie. Sin embargo, por las declaraciones del jardinero de Veracruz, la Liga Mexicana inició una investigación sobre sobornos y apuestas.

Y así como las peleas, las apuestas ocurren, y seguirán presentándose, en los deportes profesionales. Claro, todo trasciende en los oscurito. Columnas prestigiadas lo han ratificado, como las del director de El Rincón Beisbolero, Jose Carlos Campos, de algunos casos conocidos.

Como era de esperarse, Guzmán salió con la frase trillada: “Se malinterpretaron mis palabras”, todo para desligarse de una sanción severa. Lo que queda claro es que hay una entrevista donde menciona el deseo de  que Lino Rivera deje el club, y que se hará todo lo posible porque suceda.

Es probable que Jorge Guzmán juegue con Veracruz, pero poco a poco será aislado por sus compañeros. No duden que migre a otro equipo, y de darse, a esperar que se mantenga en él. Por lo pronto, la situación del actual campeón, el Rojo del Águila, es preocupante. No existe unión.

Los equipos profesionales deben estar conscientes de que cualquier situación dentro o fuera del terreno de juego, será publicada casi al instante que ocurre. Si un medio detecta algo que pudiera dar la nota, acudirán de primera instancia a las redes sociales. Es casi imposible que se oculte lo sucedido más adelante.

Tigres, el club de la arrogancia

Cuando un equipo se hace de peloteros de gran renombre, que estuvieron en Grandes Ligas, se cree que será invencible ante los demás. Un argumento que cae en la falsedad total. Tigres de Quintana Roo presenta actualmente un serio problema dentro del mismo equipo. El resultado lo dice todo: cuatro series que ha perdido de forma consecutiva. No demeritamos al equipo de Minatitlán, pero esta serie debió terminar en una barrida a favor de Quintana Roo, por el mismo plantel que presentan ambas novenas.

Casualmente la mala racha se presentó cuando llegó Alfredo Amézaga al equipo. Los “egos” entre los peloteros se incrementaron.

Es claro que las comodidades, el buen sueldo, el buen trato en el equipo, ha hecho que el equipo caiga en una situación de confort. Si ganan, bien, si no ganan, también. Lamentablemente la imagen que proyectan es que no hay un equipo, sino individualismos dentro del club.

La directiva debe actuar de inmediato. Si armó un equipo para conseguir el título 11 de la franquicia, tendrá que dar un jalón de orejas. De lo contrario, el fracaso en la temporada es inevitable.

¿Acaso Don Alejo Peralta Diaz-Ceballos hubiera deseado esto?





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