lunes, junio 16, 2025

Queda claro. Aaron Judge es humano.

La afición a los Yankees de Nueva York tenía esperanzas que la serie del fin de semana, ante los Medias Rojas de Boston tuviera otro resultado. Sin embargo, resultó peor. Su archirrival sacó la escoba y los derrotó en tres ocasiones consecutivas, propinándoles su primera barrida de la temporada. Obviamente la situación en los Yankees se volvió mas turbia que clara, por lo que hay que hacer un análisis a fondo de lo sucedido en esta segunda serie del calendario. 

Revisando las actuaciones de los abridores de Yankees, hay que reconocer que cumplieron con una labor bastante sólida. El pasado viernes, Ryan Yarbrough mantuvo a los bats de Red Sox en solo una carrera. Fue hasta la novena cuando el capitán Aaron Judge envió la pelota con un descomunal cuadrangular fuera del Fewnay Park para empatar el encuentro. Sin embargo, en la décima entrada, el pitcheo de relevo de Nueva York no pudo ante los bates de alto calibre de Boston, que los dejó en el terreno. 

El sábado sería otro capítulo de la serie. Rodón tuvo una aceptable actuación, aunque aceptó 3 carreras limpias, y tuvo el juego también con posibilidades de regreso. No fue así. Al final, los patirrojos volvieron a ganar por una sola carrera, dejando la pizarra 4-3. 

El domingo, gran labor de Max Fried. Solo 2 carreras en su labor. Algo que podría pensarse que es "normal" a la calidad de lanzador que es. Pero la ofensiva de Manhattan no pudo remontar la pizarra. La barrida se consumió. 

¿Cuál fue la causa de la anemia de los Yankees? La respuesta es clara: Judge fue completamente dominado en toda la serie. Fueron 9 ponches en los tres juegos para el capitán. Solo pegó un hit en 12 oportunidades, siendo el cuadrangular del primero juego. No hubo mas. Y con su baja de juego, el "slump" ofensivo pareció contagiarse a todo el equipo.

Quedó en evidencia un problema serio. Si Judge no puede producir, otros integrantes del lineup deben dar un paso al frente para cubrir su ausencia. Inexistentes los bats de Bellinger, Goldschmidt, Volpe, Chisholm, y hasta de Wells. Ellos normalmente responden ante la baja de bateo de Judge, pero fueron claramente silenciados. El pitcheo de Boston los limitó en 4 carreras en 3 juegos. Inoperantes

No es sostenible que toda la responsabilidad ofensiva recaiga únicamente en Judge. Además, el equipo debe encontrar nuevas estrategias para generar carreras. El corrido de bases, por ejemplo, fue un factor en contra. Tanto Jasson Domínguez como Ben Rice fueron sorprendidos en segunda base en los juegos del sábado y domingo, respectivamente, cortando posibles rallies que podrían haber cambiado el rumbo de los partidos.

El manager Aaron Boone también tiene que explorar otras alternativas, como el toque de bola en juegos cerrados, algo que no se intentó en toda la serie. En encuentros tan ajustados, cada detalle cuenta.

A los Yankees les corresponde ahora recuperar esos tres juegos perdidos frente a un rival directo de su división. La temporada aún ofrece dos nuevas oportunidades de medirse ante los Medias Rojas, en agosto y septiembre. Esos duelos no pueden volver a perderse, porque más adelante… pesan.

martes, junio 10, 2025

El Rey de los Deportes en México, ¿Un espectáculo sin esencia?

Han pasado ya muchos años desde mi último post dedicado al Rey de los Deportes. Mi trabajo me ha absorbido por completo, y escribir sobre béisbol quedó relegado a un segundo plano. Sin embargo, hoy resulta imperativo volver a tomar la pluma, o más bien el teclado, por lo que se ha visto recientemente en nuestro país. Y quizás no soy el único que percibe el escenario actual como un claro declive del béisbol mexicano.

Sí, parece increíble que, pese a todo lo que se ha hecho en años anteriores, muchas de esas acciones sirvan solo para el espectáculo, pero no para fortalecer la esencia del béisbol.

Sin duda, se agradece la difusión del juego en diversos medios, ya sea televisión o internet. También es valiosa la mercadotecnia alrededor de la Liga Mexicana de Béisbol (LMB), con distintas estrategias para atraer al aficionado ocasional, e incluso a quienes apenas comienzan a conocer este deporte. Pero en ese afán de captar más público, se ha dejado de lado lo más importante: la competencia real, el arte de jugar pelota, ese espectáculo genuino que enamoró a tantos de nosotros.

Vamos desmenuzando el tema.

Basta con revisar los resultados para sorprenderse con la cantidad de carreras que se anotan. Desde hace varios años, los resultados parecen más propios del fútbol americano que del béisbol. Las pizarras con menos de cinco carreras por equipo parecen en vías de extinción. ¿Una victoria por una sola carrera? Casi imposible. Hoy presenciamos un festín ofensivo donde los bateadores envían la pelota muy lejos, una y otra vez, y los lanzadores se han convertido en simples máquinas de práctica para el bateo rival. Pocos enfrentamientos muestran lanzamientos de calidad, con efecto, o estrategia real: todo se reduce a lanzar esperando que el bateador falle por sí mismo.

Las estadísticas lo confirman. Bateadores con promedios superiores a .350, e incluso algunos arriba de .400, sin mayor problema. Mientras tanto, la efectividad de los lanzadores rara vez baja de 3.50 en PCLA. La LMB se ha transformado en un paraíso para los bateadores, sin restricciones ni equilibrio.

Y ante marcadores tan abultados, el juego se vuelve predecible y, sí, aburrido. La emoción del duelo de pitcheo —ese que nos mantenía al borde del asiento— parece ya una leyenda urbana. No hay lanzadores capaces de dominar consistentemente al rival. La escena se vuelve penosa: constantes relevos, brazos sin control, sin dominio, sin carácter. Como aficionados, llega el momento en que preferimos levantarnos del estadio o cambiar de canal. El interés se diluye.

Es comprensible que la LMB busque nuevos seguidores, pero el producto que está vendiendo deja mucho que desear. Los jonrones espectaculares y las carreras en abundancia no bastan. Si el béisbol que se quiere ofrecer gira exclusivamente en torno al bateador, y se olvida que el 80% del juego es pitcheo, la liga corre el riesgo de perder a los aficionados de la vieja guardia.

Y el nivel competitivo también sufre.

Hoy en día, solo un equipo parece estar por encima del resto: los Diablos Rojos del México. No hay otro que les haga sombra. Las estadísticas lo demuestran: su superioridad es clara, lo que genera un desequilibrio preocupante. El resto de los equipos pareciera estar solo para rellenar el calendario, sin capacidad real para competir. Que los Diablos sean un gran equipo es innegable, pero la LMB necesita contrapesos. La competitividad es indispensable si se quiere mantener vivo el interés de los aficionados y darle seriedad al campeonato.

Las directivas tienen mucho, pero mucho por hacer. Está en sus manos decidir si este deporte crece en calidad o si se convierte simplemente en un juego de "tira y agáchate", sin emoción, sin estrategia, sin alma.